(fragmento del libro Kis magyar irodalom történelem/Pequeña historia de la literatura húngara, de Tibor Klaniczay, József Szauder y Miklós Szabolcsi, editorial Gondolat, Budapest, 1965)
[entre corchetes mis notas personales]
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"Viva la dictadura del proletariado". La comuna húngara, 1919. Acuarela de Albert Baky. 1º de Mayo de 1919, Budapest. Fuente. |
La caída de la República de los Consejos
[la Comuna húngara, 1919] supuso un duro golpe para los autores de literatura
progresista y revolucionaria. El brutal terror blanco no solo volvió imposible
cualquier expresión literaria libre, sino que impuso persecución policial a
todos los que habían apoyado no solo la República de los Consejos, sino incluso
las ideas de la revolución burguesa. El grupo de escritores socialistas que se
había formado en 1919 quedó completamente disgregado, parte de sus miembros
fueron obligados a la emigración, otros fueron silenciados. Así pues, después
de 1919 los escritores consecuentes de izquierda tuvieron que continuar su
labor bajo nuevas condiciones, siguiendo nuevos métodos. La emigración se
concentró en varias ciudades (primero Viena, luego Berlín, París, Bratislava,
y, sobre todo, Moscú), se formaron diferentes agrupaciones de escritores y, por
otro lado, incluso en Hungría, se fue creando una literatura revolucionaria que
se enfrentaba a tremendas dificultades, materiales e ideológicas. Estas dos alas
de la literatura revolucionaria [la presente en la emigración, y la que seguía
en Hungría] solo estaban alejadas unas de otras en su aspecto físico: en los
objetivos, en sus ideas, era una sola literatura.
Esta literatura guardó en su sentido más
íntegro la verdadera continuidad con 1919; el ánimo y las aspiraciones que
caracterizan la obra de Ady [Endre Ady (1877-1919) creador de la poesía moderna
húngara] y de sus contemporáneos sigue viviendo sobre todo aquí, aunque se
enriquezca con nuevos elementos. Desde el punto de vista ideológico la
caracterizan su inquebrantable carácter revolucionario, la descripción cruda de
la realidad de Hungría, un verdadero internacionalismo, y el humanismo en su
sentido más elevado. Antes que nada, los escritores socialistas buscaron nuevas
formas de expresión, de acuerdo al momento del desarrollo histórico que vivían,
muchos bebieron de las corrientes vanguardistas -aunque todas esas tendencias
cristalizan en los años 30 en la literatura del realismo socialista húngaro. En
numerosos casos, solo un periodo creativo de los escritores puede vincularse a
la literatura revolucionaria, en otros, pertenecieron a ella durante toda su
vida.
La forma en la que existía esta literatura
era peculiar, igual que lo era el camino de cada creador: a veces disponían de
revistas y editoriales legales, a veces solo podían publicar versos en
octavillas, en ocasiones el único medio era el boca a boca (todavía hoy hay
obras que se han conservado solo por la memoria). Los escritores eran semi obreros
del partido, semi revolucionarios profesionales, sus periodos creativos se
veían interrumpidos por constantes encarcelamientos y persecuciones. Y aún así
esta literatura consiguió crear grandes obras, y de ella surgió la más
destacada figura de la literatura húngara de entreguerras: el poeta Attila
József, digno compañero de Petőfi y de Ady.
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Attila József (1905-1937). Fuente |
Al mismo tiempo la literatura
revolucionaria húngara estaba vinculada por miles de hilos con el resto de las
corrientes literarias del momento, y es parte íntegra de la literatura húngara;
también influye en los demás escritores, y a su vez se alimenta de otras obras,
y no en menor medida de la literatura revolucionaria europea de los años 20, es
más, es quizás la parte más europea de la literatura húngara. Numerosos hilos
la unen a la literatura progresista alemana y francesa, está íntimamente
vinculada a la literatura checoslovaca [bueno, estrictamente hablando hay
literatura checa y eslovaca, pero literatura checoslovaca no] y a la literatura
rumana, y en especial vivió en una curiosa simbiosis con la literatura
soviética.
Por literatura revolucionaria no
entendemos solo a autores comunistas. Ellos eran la columna vertebral, la parte
más consciente, pero había también otros que solo brevemente fueron parte de ella,
los que siguieron su actividad en otros partidos o grupos del movimiento obrero
y que representan tendencias diferentes.
Las primeras brasas de la literatura
revolucionaria húngara tras 1919 se encendieron en Viena. Aquí surgió la
primera revista de la emigración, primero en manos burguesas, pero luego,
durante un tiempo, también bajo influencia comunista: Bécsi Magyar
Újság (Revista húngara de Viena). Luego surgieron otras: Akasztott
ember (Hombre colgado), fundada por los que se marcharon de la revista
Ma (Hoy) de Lajos Kassák [importante poeta experimental y artista húngaro,
padre del vanguardismo húngaro, 1887-1967], bajo la redacción de Sándor Barta,
y luego Ék (La cuña), y también Egység (Unidad), que representaba tendencias
revolucionarias desde el punto de vista político e ideológico. La época está
caracterizada por la mezcla de tendencias y visiones: la desilusicón causada
por el fracaso de la revolución en muchos casos acaba produciendo entre los
poetas voces anárquicas y deseseperanzadas en grado sumo, otros confían en una
nueva comuna. La mayoría están bajo la infuencia de los florecientes
"ismos" que viven su periodo de esplendor: constructivismo, cubismo,
y poco después el surrealismo, los ecos de Becher [Johannes Robert Becher
(1891-1958) poeta comunista alemán, escritor de la letra del himno de la RDA,
posteriormente ministro de cultura en la RDA], Weinert [Erich Weinert
(1890-1953), escritor comunista alemán, por cierto, luchó en las Brigadas
Internacionales en España, uno de los autores fundamentales de la RDA], Ivan
Goll [(1891-1950) escritor franco-alemán, uno de los fundadores del
surrealismo], Blok [Aleksandr Blok (1880-1921), poeta simbolista soviético,
destaca en especial su obra "Los doce"], el joven Mayakovski,
Cendrars [Blaise Cendrars, (1887-1961), escritor francés de origen suizo], se
escucha en sus versos; es como si los tiempos revolucionarios exigieran la
superación de cualquier forma antigua. El ala de la revolución proletaria se
vinculaba sobre todo al proletkult [movimiento artístico revolucionario y
vanguardista soviético], y seguía sus principios. De este periodo efervescente
destacan algunos autores que seguirían toda su vida siendo fieles soldados de
la revolución.
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Revista "Ma" (Hoy), número de mayo de 1919. Redactores: Lajos Kassák y Béla Uitz. "Saludos, hombre en la revolución". Fuente |
ALADÁR KOMJÁT (1891-1937) jugó un
importante papel en la época, es uno de los poetas más destacados de
la literatura revolucionaria. Procedía de una familia de pequeños funcionarios,
su padre era agente de impuestos, al que trasladaban continuamente de una parte
de Hungría a otra, y de esta forma, el crío pudo conocer la vida de la
provincia y de los campesinos. Fue al instituto en Fiume (hoy Rijeka, en
Croacia), después en Budapest, y acabó siendo administrativo de una fábrica. El
joven entra en contacto con el movimiento progresista estudiantil, y durante la
Primera Guerra Mundial se relaccionaría con los socialistas de izquierda. Tras
sus primeros versos, de tono afligido, se convierte en un ferviente activista
del movimiento: escribe en la revista de Kassák versos en forma quebrada, con
exclamaciones entrecortadas que expresan de forma cruda arrebatos llenos de
fuerza y dibujan un mundo hecho añicos. Fue de los que en 1917 se marchó de Ma
(Hoy); funda la revista 1917, y a finales de 1918 "La internacional",
que sería el órgano de los jóvenes escritores que simpatizaban con el Partido
Húngaro de Comunistas. Tuvo un destacado papel en la Comuna húngara de 1919.
Tras su caída trabajó en Italia y entre 1921 y 1922 en Viena (donde empezó a
redactar Unidad), desde 1922 vivió en Berlín, trabajando en el consejo de
redacción de la revista Inprekorr de la Internacional Comunista, también
colabora con el Bund proletarsich-revolutionärer Schriftsteller [en
alemán; Asociación de Escritores Proletario-Revolucionarios; una organización
de escritores existente desde 1928, vinculada al Partido Comunista Alemán].
Seguiría trabajando en Alemania hasta la llegada al poder del nazismo, después
en Suiza, y finalmente emigró a Francia, donde falleció inesperadamente en medio
de una ferviente actividad.
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Aladár Komját. Fuente |
Su vida es la de un organizador
incansable, la de un revolucionario internacionalista. Vaga de país en país,
redacta revistas y agita; a la vez redactor y orador, poeta, traductor y
ensayista. Su poesía, tras sus prrimeros pasos en estilo Sturm und
Drang ["Tormenta e ímpetu", estilo literario alemán del
siglo XVIII y precursor del romanticismo], se vuelve cada vez más clara:
encuentra palabras conmovedoras para juzgar la guerra y llamar a la revolución,
para hablar de un nuevo mundo en ciernes. La construcción de su verso,
impregnado de ritmo, fuerza y activismo se mezcla acertadamente con la
simplicidad, la energía y la sinceridad del pueblo. Su poesía tardía mantiene
elementos activistas (gusto por las formas anárquicas, arrebatos, dicción
cercana a la prosa) y es cada vez más clara, más madura. La situación evidente,
el ánimo revolucionario, hablan por sí mismos en sus poemas, con un patos muy
propio, la nostalgia por su patria lejana, la confianza en el pueblo, la evocación
llena de intensidad del destino del obrero y el campesino húngaro, humillados y
oprimidos, son elementos destacados de su estilo.
Su poesía es capaz de unir diferentes
épocas con ingeniosos epítetos y frases: sus versos son la representación
exacta del sabor y la crudeza de la vida. La fe en a inevitabilidad de la
revolución en ciernes da fuerza interna a sus versos. Las desigualdades de su
forma artística se explican por el alejamiento obligado de su patria. No solo
es el poeta de la revolución húngara, sino también mundial: es el cantor de los
obreros chinos, de los rebeldes de Hamburgo. A él podemos agradecerle la marcha
más bella sobre la revolución española [se refiere a una canción húngara sobre
las Brigadas Internacionales, "Los defensores de Madrid" (Madrid
védői), con letra de Komját y música de Pál Arma (1905-87, músico francés de
origen húngaro, también es conocido como Paul Arma)]. Tres volúmenes de versos
("Kiáltás!"/"!Grito!", "Mindent
akarunk!"/"!Lo queremos todo!", ambos editados en Moscú en 1931,
"Megindul a föld"/"La tierra se pone en marcha", editado en
París postumamente, en 1937) dan testimonio de su lírica cada vez más rica.
Junto a la inspiración política y la agitación revolucionaria también cabe en
ella la verdadera voz sufriente del amor, así como la belleza de los paisajes.
En sus ensayos literarios Komját se enfrenta por un lado a la literatura que se
refugia en la soledad y se aparta del mundo, y, por otro, a los esfuerzos
sectarios falsamente revolucionarios que lo rechazan todo y rehuyen la búsqueda
de calidad.
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"Grito" de Aladár Komját. Editado por la revista Ma (Hoy) de Lajos Kassák. Fuente |
[paro aquí, aunque de momento solo se ha
hablado en realidad de un autor, seguiré en breve, mi idea es traducir toda
esta parte del libro -que son unas 25 páginas, pero no voy a incluir los
fragmentos de poemas, porque me iba a suponer un tiempo que no tengo-. Para
finalizar, me gustaría añadir un par de cosas sobre el autor aquí mencionado,
Aladár Komját, nacido en 1891 en Košice, actualmente en Eslovaquia, su nombre
real era Aladár Korach -por cierto, su hermano era Marcello Cora, esperantista
e ingeniero húngaro que residió durante varias décadas en Italia-. Durante la
comuna húngara de 1919 fue miembro del directorio de escritores, y tras la
caída de la comuna vivió en la ilegalidad hasta que fue detenido y deportado, en
1921. A su país ya no podría volver, aunque sí lo hicieron sus cenizas, en
1966, están depositadas en el cementerio de la Avenida Fiume en Budapest, y es
curioso, ya que fue al instituto precisamente a Fiume-hoy Rijeka.]
("Los defensores de Madrid", canción revolucionaria húngara sobre la España Republicana)
2 comentarios:
Gracias por la entrada. Como amante de la literatura húngara en general, conocer parte de su intrahistoria es enriquecedor.
Gracias por el comentario y por leerte el artículo, Mannelig. Es una historia muy curiosa (también que, en realidad, Hungría haya tenido dos literaturas soviéticas, o haya habido dos literaturas soviéticas húngaras completamente diferenciadas, por un lado la de los refugiados en los años 20,30,40, obviamente con un fuerte carácter político; y, por otro, la de la Transcarpatia ucraniano-soviética, que era completamente diferente y no tenía ese carácter tan político)... De ésta también debería hablar algún día... Un saludo desde Budapest!
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