sábado, 25 de mayo de 2013

A vueltas con odónimos, topónimos y otras cosas

("somos la historia que tendrá el futuro", de Silvio)

Tras la caída del socialismo se produjo una ola de cambio de nombres de calles y zonas públicas por toda Hungría. Muchas de las calles de Budapest y otras ciudades, que estaban vinculadas de una u otra manera al socialismo, cambiaron de denominación. Todavía hoy en Budapest pueden verse algunas de las placas antiguas de la época socialista con el antiguo nombre de las calles, en algunos casos tachadas con una línea roja (por ejemplo la Avenida de los Mártires, actual Avenida Margit), en otros no (por estar integradas en la arquitectura del edificio en cuestión, véase por ejemplo el caso de la Avenida Tolbuchin, en la actualidad Vámház).

Avenida Vámház, antigua Avenida Tolbuchin en honor al mariscal soviético  Fiodor Tolbujin. Fuente: xfree.hu

En Budapest había nombres como Avenida Lenin (actuales Avenida Erzsébet y Avenida Teréz), Plaza Marx (actualmente Nyugati), Avenida de la República Popular (hoy Andrássy), Plaza Engels (Erzsébet), Plaza Dimitrov (Fővám) y otros muchos. Y casi en cualquier cuidad o pueblo húngaro había calles o plazas con estos nombres  o con conceptos relacionados con la época socialista (Liberación, Paz, 1º de Mayo, Partisanos, Pioneros, Ejército Rojo, República Popular, y un largo etcétera).

La mayoría de estos cambios tuvieron lugar justo después de la caída del socialismo, a comienzos de los noventa. Sin embargo en muchos lugares no llegaron a producirse o lo hicieron en menor medida, sobre todo en pequeños pueblos  o ciudades, y especialmente en la zona este del país (aunque no en exclusiva allí). Así quedaron en numeros lugares nombres de calles como Lenin, Marx, Ejército Rojo, y un largo etcétera. En ocasiones los gobiernos locales intentaron cambiar los nombres pero no pudieron ante la oposición de los vecinos.


Sello húngaro en honor a Máté Zalka, el General Lukács en la Guerra Civil Española. Fuente: Wikipedia

A mediados del año 2011, después de que el partido Fidesz y los democristianos recuperaran el poder, se inició una campaña casi enfermiza (o sin el casi) de cambios de nombres de calles y plazas. Los cambios se centraron sobre todo en las calles que llevaban todavía el nombre heredado de la época socialista, aunque en algunos casos no fue así y no había ninguna cuestión política de por medio. Por ejemplo el aeropuerto Ferihegyi de Budapest, recibió el nombre de Ferenc Liszt, la plaza Roosevelt el de Szécsényi István, el puente Lágymányosi pasó a ser puente Rákóczi. Sin embargo en la mayoría sí hubo una razón política o ideológica: la Plaza de la República se transformó en Plaza de Juan Pablo II o  la Plaza de Moscú en la Plaza Széll Kálmán (nombre que llevaba antes de ser renombrada como Plaza de Moscú en 1951). Cambiaron su nombre también varias calles que recordaban a Anna Koltói, una militante obrera, diputada durante la República de los Consejos y asesinada en 1944 por los fascistas, así como varias que llevaban el nombre de Endre Ságvári, militante comunista asesinado también por los fascistas en 1944. Y dejó de llamarse así la calle de Máté Zálka, legendario brigadista húngaro durante la Guerra Civil Española (conocido como General Lukács, falleció en 1937 durante la contienda).

La mayoría de la población de Budapest no pareció contenta con la fiebre de cambios de nombre, no por motivos ideológicos, sino meramente prácticos. Aprenderse nuevos nombres, cambiar documentos, etc... Solo la empresa de transporte público de Budapest (que lleva varios años al borde de la quiebra), tuvo que gastarse  varios millones de forintos en modificar nombres de estaciones y carteles de autobuses y otros vehículos.  Por lo demás, a pesar de todo, todavía hoy en día mucha gente sigue usando los nombres de la época socialista después de más de veinte años (independientemente de la ideología de cada uno, claro está).

Entre los cambios que tuvieron lugar hubo algunos que se vieron acompañados de polémica incluso a nivel internacional, por ejemplo, cuando se suprimió el nombre de la Plaza de Moscú las autoridades rusas se disgustaron bastante (en Rusia hay odónimos referidos a Hungría y nadie propone su supresión). Pero no solo disgustó a los rusos, la Plaza de Moscú es para un habitante de Budapest mucho más que un mero nombre, es lugar de culto, de citas y quedadas (y también tiene su aspecto negativo, en los noventa se convirtió en el lugar donde se reunía gente sin trabajo ni recursos para conseguir trabajo ilegal), basta mencionar que una de las películas más populares desde la caída del socialismo en Hungría se llama precisamente "La Plaza de Moscú". Muchos se han negado a aceptar el cambio de nombre y siguen usando el antiguo en una suerte de resistencia pasiva contra las autoridades de Budapest.

Plaza de Moscú, en la actualidad Plaza Széll Kálmán. Fuente: Wikipedia.

Finalmente, una vuelta de tuerca más, a raíz de la propuesta de un diputado democristiano que debía de aburrirse mucho en el parlamento, a finales del año 2012 fue aprobada una ley que prohibe el uso de denominaciones vinculadas a regímenes tiránicos (entiéndase comunista y nazi - los cruces flechadas húngaros-, pero no el régimen fascista de Horthy) para empresas, denominación de lugares públicos, organizaciones civiles, instituciones públicas, órganos de prensa, etc. La ley se refería específicamente a personas que habían contribuído a la formación o construcción y mantenimiento de dichas tiranías. El 19 de noviembre del 2012 el parlamento aprobó la ley por mayoría absoluta (264 votos a favor y 33 en contra). En virtud de ella, todos los espacios públicos (calles, plazas, etc) que quedaban en el país con nombres de personalidades comunistas (menciono esto porque la ley es evidente que iba dirigida precisamente para acabar con los nombres vinculados al desarrollo del comunismo en Hungría) debían ser cambiadas; había de plazo hasta el 1 de enero del 2013 en el caso de lugares públicos  y el 1 de enero del 2014 en el resto.

Naturalmente en muchos casos es difícil establecer hasta que punto una persona o una denominación está relacionada con un régimen "tiránico", así que el gobierno estableció que se crearía una comisión en la Academia de Ciencias Húngaras (en lo sucesivo MTA, según sus siglas en húngaro) para analizar los casos dudosos que le serían remitidos por las instituciones encargadas de realizar los cambios (generalmente ayuntamientos). En función de las dudas la MTA ha elaborado una lista con recomendaciones sobre los nombres, en las que aparecen nombres no recomendados (y que en función de la ley están prohibidos) y nombres aceptables (y que por lo tanto se pueden usar). Ya el simple hecho de que la MTA decidiera aceptar el encargo del gobierno, supuso  un escándalo y a la Academia le han llovido críticas desde círculos de intelectuales (naturalmente no del gobierno).

Y por fin, hace unas semanas, la Academia hizo pública una lista con sus "recomendaciones". Entre los nombres está prohibido el uso de Lenin, Béla Kun (líder de la Comuna Húngara de 1919), Dimitrov (destacado líder comunista búlgaro), Tolbujin (mariscal soviético), Máté Zálka, Mihály Károlyi (dirigente de la Primera República Húngara, después de la Revolución de los Crisantemos en 1918), Endre Ságvári,  y otros muchos. Curiosa es la lista de escritores "prohibidos" (entiéndase: cuyo nombre está prohibido en denominaciones de lugares públicos), donde aparecen Gorki y Mayakovski, por ejemplo, aunque la MTA no ha encontrado razones (solo faltaría), para incluir en lista de prohibidos a Makárenko, Pushkin o József Attila (poeta húngaro comunista, uno de los mejores poetas húngaros). En la lista de prohibidos está el mejor filósofo húngaro de la historia: György Lukács, que era comunista.  Sí se permiten como nombres Beloiannisz (comunista griego, se considera que en la actualidad es símbolo de la amistad griego-húngara, hay un pueblo con ese nombre, además de varias calles en distintos lugares) o Yuri Gagarin. Curiosamente el nombre de Karl Marx sí está permitido, aunque se afirma que es "problemático".

Todo esto se ha dirigido sobre todo contra la herencia socialista, y solo en un caso se ha estudiado la cuestión para una denominación no vinculada al socialismo, se trata de Ottokár Prohaszka, escritor antisemita y partidario de quitarles derechos civiles a los judíos, que finalmente no ha sido incluído en lista de prohibidos. Por cierto, varias calles han sido renombradas ya en honor a Horthy, en recuerdo del dirigente que llevó el país de cabeza a una de las mayores tragedias de su historia (el fascismo y la participación en la Segunda Guerra Mundial), pero eso no ha sido tenido en cuenta por las mentes de la Academia.

En cuanto a los conceptos, después de estudiar la cuestión se ha permitido el uso de nombres como Paz, Plan, Libertad, Progreso, Desarrollo, 1º de Mayo, Constitución, República, Victoria u Obrero (téngase en cuenta que la Academia lo que hace es estudiar los casos dudosos que recibe de los ayuntamientos, es decir, que algunos lumbreras de varios ayuntamientos han mandado estos casos como dudosos). En cambio no se aceptan Partisano, Pionero, Liberación, 4 de Abril (fecha de la Liberación del yugo fascista por el Ejército Rojo), Ejército Rojo, Ejército Popular, o Consejo. 


Sello en recuerdo de Ervin Szabó. Fuente: Wikipedia.

El grado de obsesión enfermiza con el tema, que no se trata, por lo demás de una mera cuestión trivial, sino de un intento descarado de manipulación de la historia (o más bien de supresión de la historia), puede verse por ejemplo en el caso de Ervin Szabó (1877-1918). Ervin Szabó fue uno de los grandes del movimiento obrero húngaro en el siglo XX. Más bien era de tendencia anarco-sindicalista, pero estaba bastante influído por el marxismo, y de hecho fue uno de los popularizadores y traductores de Marx al húngaro. Es considerado un precursor tanto del anarquismo (principalmente) como del comunismo en Hungría. Su labor no se limita a estas cuestiones, de hecho es conocido fundamentalmente por ser el creador del sistema de bibliotecas públicas actuales en Hungría, por eso la Biblioteca Municipal de Budapest (de la que fue director desde 1911) lleva su nombre... y aquí surge el problema, ya que a algunos eso les parece poco menos que un crimen e iniciaron una campaña para cambiarle el nombre a la biblioteca con argumentos absurdos y una ignorancia de la propia historia de Hungría y del mundo en general que provoca vergüenza ajena más que otra cosa. Al final el asunto quedó en agua de borrajas pero los censores siguieron buscando dónde incarle el diente. Cayeron también sobre la calle Leó Frankel de Budapest. Leó Frankel (1844-1896) es otro de los fundadores del movimiento obrero húngaro, figura casi legendaria, uno de los miembros del directorio de la Comuna de París, amigo y colaborador de Marx y Engels, uno de los primeros introductores del marxismo en Hungría y fundador de lo que décadas después sería el Partido Comunista (y el Socialista, claro). En el caso de Leó Frankel la oposición organizada de los vecinos acabó por surtir efecto y hace poco el alcalde de Budapest (István Tarlós) se comprometió a no cambiar el nombre de la calle. Todo hay que decirlo, en el caso de Frankel y de Szabó, la propia MTA los ha puesto en la lista de "aceptables"... pero es que tan absurdo culpar a estos hombres de unos supuestos crímenes que tuvieron lugar en los años 50 (décadas después del fallecimiento de ambos), que la cosa no había por dónde cogerla, claro.

En algunos medios de comunicación de países occidentales se menciona a Hungría como un país fascista. A mí eso me parece absurdo, ni es fascista el Fidesz, ni lo es Orbán, ni lo es Hungría en general. Los fascistas son otros, en concreto Jobbik y otros grupos a su derecha. Pero la culpa de la extensión del fascismo también la tienen algunos que sin serlo, les dan cancha y crean las bases para su desarrollo. Y en esto sí tiene culpa el gobierno húngaro. Una cosa es borrar o sustituir ciertos topónimos, odónimos o lo que sea (algunos de los cuales ciertamente no tenían mucho sentido o eran vistos como una imposición), y otra es manipular y borrar la historia y establecer leyes para eso. No es cuestión solo de nombres, de odónimos o de topónimos, sino que refleja algo mucho más profundo y mucho más grave, y tal vez algún día esa cuestión vaya a ser evidente y a quedar a cara descubierta, y entonces habrá que lamentarse de porqué las cosas acabaron así (y por supuesto que me estoy refiriendo al fascismo). Por lo demás la táctica del Fidesz es evidente, tienen mayoría absoluta clara y son conscientes de que incluso aunque pierdan el poder difícilmente otro partido podrá estar en una situación tan favorable como ellos, así que van a cambiar todo lo que puedan cambiar para "formar" una Hungría a su imagen y semejanza, hasta que el punto de que cuando ya no estén ellos en el poder, sea imposible transformar esa Hungría que hayan dejado en herencia (esto no lo digo yo, lo han dicho ellos mismos en varias ocasiones).


PD: A consecuencia de las nuevas leyes, el Partido Comunista Obrero Húngaro se ha visto obligado a cambiar su nombre a Partido Obrero Húngaro.


Plaza de Moscú. Fuente: Wikipedia.



Fuentes: 







3 comentarios:

Anónimo dijo...

Fascinante, es curioso como la derecha anticomunista tiene los mismos tics sectarios que la izquierda antifranquista.Estoy de acuerdo con usted en que la decisión de prohibir los simbolos comunistas es aberrante y sectaria, y ello sin hablar de la persecución de los brigadistas polacos...Claro que supongo que usted condenará con la misma rotundidad los intentos de prohibir los simbolos franquistas en España por izquierdistas, hijos en muchos casos de gerifaltes franruistas, el furor del converso...Ya se sabe que uno de los marcos que distinguen al mundo es el de dividir no sólo a los vivos sino también a los muertos; no todos los muertos, y mucho menos todos los mártires, son iguales; están los que deben ser venerados y recordados y los que hay que olvidar. Ya se sabe que en este mundo no todos los muertos son iguales: los hay «excelentes» y otros omisibles. Así, el fascismo exaltó a sus mártires y lanzó a la oscuridad de la memoria a los caídos por el otro bando. Una vez invertida la situación política, también se invirtió el objeto de aquel culto necrófilo a los caídos por el propio bando, culto que es parte importante del poder.

Es interesante señalar, por otro lado, que este género de cultos políticos no sabe de ecumenismos: es una liturgia que expulsa implacablemente a las demás y relega a las catacumbas políticas la memoria de los muertos de los otros credos políticos. (Hace unos años se produjo en Milán un escándalo cuando un cronista descubrió que durante la rigurosa depuración del callejero se habían olvidado de una calle dedicada a un fascista. ¡No se la había rebautizado con el nombre de un mártir de la Resistencia! Se calificó de sacrilegio, y con toda la razón, ya que realmente se trata de un culto en el que los muertos se seleccionan para legitimar a los poderosos del momento.)

Unknown dijo...

Estimado Jose:

Nos gustaria publicar este articulo en el proximo numero de El Quincenal de Hungria, y para ello contar con tu correspondiente autorizacion.

Muchas gracias,

Sebastian Santos
El Quincenal de Hungria
http://www.quincenal.hu
quincenal@quincenal.hu

Unknown dijo...

Estimado Jose:

Nos gustaria publicar este articulo en el proximo numero de El Quincenal de Hungria, y para ello contar con tu correspondiente autorizacion.

Muchas gracias,

Sebastian Santos
El Quincenal de Hungria
http://www.quincenal.hu
quincenal@quincenal.hu