En Hungría es predominante la conciencia de que el cambio de régimen (la transición desde el socialismo al capitalismo) fue una verdadera catástrofe que supuso ruina económica y desastre social. Como digo, es una imagen predominante, independientemente de ideologias, partidos, o clases sociales. Eso no quita que obviamente cada cual lo valore de acuerdo a su orientación ideológica y a sus sesgos, por supuesto, hay quien es crítico con los que hicieron el cambio de régimen, y también hay quien los justifica (en plan: no les dejaron hacer lo que querían, no tenían más opciones, esta es una imagen bastante típica dentro de la derecha). No deja de se curioso que uno de los países con un socialismo más exitoso (el «comunismo gulasch») y considerado como más «avanzado» en cuanto a su integración en el mundo capitalista, haya pasado por un cambio de régimen tan catastrófico, que supuso la destrucción de gran parte del tejido industrial húngaro y un descenso brutal del nivel de vida para la población. No en vano, tras el gobierno de József Antall, el primero tras la caída del socialismo, en las elecciones de 1994 arrasó el Partido Socialista (pasó del 11% de los votos en las elecciones de 1990, al 33% en las de 1994, que teniendo en cuenta el sistema electoral húngaro, le proporcionaba una holgada mayoría absoluta en cuanto a escaños). Aclaro que el Partido Socialista eran los "comunistas" renovadores, que habían tomado el partido y lo habían transformado en socialdemócrata, pero para la población de entonces, era evidente que eran los «comunistas» (o excomunistas), por mucho que hubiera un sector que rechazara el cambio ideológico y fundara el Partido Obrero Húngaro -desde cero, porque el patrimonio del partido se lo quedó el Partido Socialista-, fiel a la ideología comunista. No sirvió de nada, porque estos socialistas no tenían la menor intención de mantener los logros de la época socialista, se habían vendido al capitalismo, y acabaron el trabajo sucio del cambio de régimen. Pactaron con los liberales (aunque no necesitaban hacerlo) y realizaron un programa de reformas capitalistas que incluyó el funesto "Programa Bokros" -que era en realidad el programa liberal-, una terapia de choque que empobreció a amplias masas de población y que ningún trabajador de la época recuerda sin que le empiecen a entrar temblores... (algo así como si le hablas a un trabajador ruso en los 90 sobre el borracho de Yeltsin y los Chicago boys).
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| Una vieja viñeta sobre el cambio de régimen en Hungría (hecha para el 20 aniversario). Los carteles: "Solución de derechas", "Solución de izquierdas". Abajo: "Cambio de régimen, 1989-2009). Autor: György Németh. Fuente: www.kisalföld.hu |
Dejo un artículo sobre el tema, aparecido en el Munkások Újsága, el Periódico de los Obreros, un medio de izquierdas de largo pasado (se remonta a 1848, fundado por el jacobino y revolucionario húngaro Mihály Táncsis; naturalmente ha habido largos periodos en los que no ha publicado). La versión actual del periódico funciona desde 2011, y es un medio marxista independiente. Su redactor jefe es Szilárd Kálmán, miembro fundador del partido ISZOMM (Movimiento Sí Solidaridad Por Hungría), un pequeño partido de izquierdas extraparlamentario.
(Como no tengo mucho tiempo, no hago la traducción yo mismo, sino que uso un traductor online -yandex- pero corrijo y cotejo con el original húngaro para evitar errores y mejorar el estilo).
JÓZSEF ANTALL Y LA CATÁSTROFE DEL CAMBIO DE RÉGIMEN EN HUNGRÍA
El giro contrarrevolucionario que comúnmente llamamos "cambio de régimen" desde el punto de vista marxista de la historia no fue más que la restauración violenta de las relaciones de producción capitalistas en Hungría.
En este proceso, el gobierno liderado por Jozsef Antall no fue el custodio de la soberanía nacional, sino que sirvió a los intereses del capital financiero internacional y de la emergente burguesía compradora doméstica.
La ideología anunciada como "economía social de mercado" sirvió solo como un velo para la introducción de la forma más cruda de capitalismo, en la que la privatización de la propiedad estatal y la apertura sin límites de los mercados significaban una redistribución sistemática del patrimonio público en favor del capital.
Según esta interpretación, los errores del gobierno de Antall no fueron simples errores profesionales, sino necesidades históricas derivadas de la lógica del capital, cuyo propósito era eliminar los restos del modo de producción socialista y hacer del trabajo una mercancía. La política económica fue dictada por los centros del imperialismo internacional (Fondo Monetario Internacional, FMI): al rechazar el alivio de la deuda, el gobierno sacrificó los frutos del trabajo del proletariado húngaro en el altar del hambre de lucro de los acreedores occidentales.
- La debilidad política y humana de József Antall
Al analizar los procesos históricos, no se puede ignorar la cuestión del liderazgo, que en el caso de József Antall exacerbó la crisis sistémica.
Antall, como figura anclada en la nostalgia de la clase media señorial en declive, resultó inadecuado para enfrentar las tormentas de la historia. Su carácter débil e indeciso se manifestó en el apego convulsivo con el que el trató de imponer los valores
gentry-horthystas, enraizados en el siglo XIX, en un país con una economía en colapso. Esta incertidumbre interna también condujo a su política de acercamiento frente a los radicales dentro del partido: Antall no pudo dar una respuesta de clase definitiva, ni siquiera una respuesta democrática burguesa, a las voces fascistoides emergentes. Debido a su debilidad personal y a su indecisión, el gobierno a menudo se veía sobrepasado por los acontecimientos, ya fuera el bloqueo de taxis o el sabotaje económico, que solo profundizaban la vulnerabilidad de las masas trabajadoras. Detrás de la arrogancia aristocrática del primer ministro, de hecho, estaba la imagen de un político débil, alejado de la realidad, incapaz de comprender los flujos de capital y el sufrimiento de la gente.
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| Bloqueo de taxis en octubre de 1990 para protestar por la subida del precio de la gasolina. Durante tres días la ciudad quedó prácticamente bloqueada al completo. Fue el primer gran movimiento en la calle contra el gobierno de la Hungría capitalista. Fuente de la foto: hirado.hu |
Es un hecho sorprendente que las figuras claves vinculadas al gobierno actual, Viktor Orban, László Kövér, Zsolt Bayer, Mária Schmidt, vean a este hombre desafortunado, débil y dañino como un modelo a seguir.
- La destrucción de las fuerzas productivas, la esclavización de la clase obrera húngara
El gobierno llenó el espacio que había quedado en el mercado después del colapso del COMECON no protegiendo a la industria nacional, sino abriendo completamente las fronteras, lo que condujo a la destrucción consciente de las fuerzas productivas nacionales. El cierre de fábricas y el desmontaje de la industria pesada fue la condición para la expansión del capital occidental, que se hizo así con un mercado sin competidores. Este proceso se materializó en el declive de la época de la transción, y de hecho encubría la transferencia de la propiedad social al capital privado. La consecuencia más trágica de la restauración del capitalismo fue el desempleo masivo, es decir, la creación de un ejército de reserva industrial. La eliminación del pleno empleo característico del socialismo, es condición básica de la producción capitalista: era posible limitar los salarios a la baja y disciplinar a los trabajadores con el horror del desempleo. El gobierno de Antall ayudó a que casi un millón de personas quedaran apartadas del mundo del trabajo, aislando definitivamente a una parte significativa de la clase trabajadora de la elevación social.
- Acumulación originaria del capital, la Edad de Oro del capitalismo saqueador nacional
La transformación de las relaciones de propiedad y el sistema de compensación [se refiere a las leyes que se implantaron a partir de 1991 para compensar a los que habían sido perjudicados durante el régimen comunista, p.ej. a los que perdieron sus propiedades] fue una forma peculiar de acumulación original capitalista en Hungría. El sistema de compensación [que consistía en la entrega de acciones o valores financieros por parte del estado a los perjudicados durante la época comunista] no sirvió para hacer "justicia", sino que legitimó la privatización de la propiedad pública. Los trabajadores desposeídos que recibieron esos "vales" se deshacían de ellos a bajo precio, necesitaban cubrir sus necesidades existenciales, eran meros comparsas en el proceso, mientras que el capital especulativo los usaba para adquirir empresas estatales y tierras públicas. Paralelamente, el poder recurrió al arma ideológica del nacionalismo para enmascarar los verdaderos antagonismos de clase. La retórica de extrema derecha marcada por el nombre de Istvan Csurka y el surgimiento de elementos fascistoides fueron una reacción de los estratos pequeñoburgueses que habían entrado en crisis. El resurgimiento del antisemitismo y la exclusión social sirvió para dirigir la ira de los trabajadores hacia los chivos expiatorios en lugar de hacia el sistema de explotación capitalista, desviando la atención del saqueo económico que estaba teniendo lugar.
- Traición a la victoria popular de 1994, golpe tecnocrático
En las elecciones de 1994, la abrumadora victoria del Partido Socialista fue un claro posicionamiento de las masas trabajadoras contra la restauración capitalista; según la voluntad del pueblo, esto habría significado la victoria de los valores socialistas y la seguridad sobre el caos capitalista. La clase trabajadora y los estratos sociales explotados votaron con la esperanza de que se pudiera detener la privatización de Antall y restaurar la base económica del poder popular. Sin embargo, la dirección revisionista del Partido Socialista, que ya estaba fundido con la capa tecnocrática empresarial y el capital internacional, traicionó este mandato. En lugar de volver a un camino socialista de acuerdo con la voluntad del pueblo, la dirección del partido mantuvo al país por la fuerza y cínicamente dentro del marco capitalista. La coalición con los liberales de la Alianza de Demócratas Libres (SZDSZ) y la posterior política de austeridad neoliberal demostraron que la élite del partido ya no tenía nada que ver con el proletariado, sino que era la ejecutora de la segunda ola de restauración burguesa, que dio forma definitiva a la dependencia semicolonial de Hungría respecto al capitalismo global. Sin embargo, esta es otra historia en la lista de desastres modernos de Hungría.
(Fin del artículo, que aparece firmado por el periódico, supongo que es obra de su consejo de redacción o de su redactor jefe)