"La mafia de la carne", así titulaba uno de sus artículo esta semana la prestigiosa revista húngara HVG, en el que se acusa a las empresas cárnicas de Alemania de haber montado toda una mafia en torno a ellas, para mantenerse en la cabeza de Europa en cuanto a productividad. No es que sea una novedad, el sistema capitalista es de por sí una mafia que habría que mandar al basurero de la historia. Pero se agradecen artículos como este, en el que se desnuda la realidad, más allá de los visión estilo Disney con que algunos se empeñan en verla. Y es que, la industria alemana de la carne se basa en el trabajo esclavo de obreros de Europa Central y Oriental. Tampoco es que sorprenda, la riqueza de los países capitalistas avanzados se basa el robo y saqueo de las tres cuartas partes del mundo... ahora y hace unos cuantos siglos también.
El precio de la carne en Alemania es el más alto de Europa, un 28% más que la media en Europa, y a la vez su industria cárnica es la más competitiva. El número de trabajadores empleados se ha estancado en los últimos años, pero la producción por obrero y hora sigue elevándose sin pausa: los gastos se mantienen o incluso bajan, los ingresos suben. Y mientras, Alemania se ha convertido en el principal exportador de carne de Europa. ¿Cuál es el secreto de la industria alemana de la carne? ¿el desarrollo tecnológico? ¿el orden alemán del trabajo o algo así? No, para nada, la razón es la explotación de mano de obra barata. Y esa mano de obra barata la conforman ciudadanos de Europa Central y Oriental que trabajan día y noche y a los que se roba impunemente. Los primeros engañados que se atrevieron a hablar fueron los obreros húngaros, según cuenta Adrian Peter, un periodista alemán autor del libro "Die Fleischmafia" (La mafia de la carne). Una empresa mediadora húngara les prometió buenos sueldos y condiciones dignas de trabajo, pero los obreros se encontraron con jornadas de 12, 14, 16, e incluso 20 horas diarias de trabajo sin descanso, y sueldos mínimos en comparación con lo prometido. Alguno hubo que incluso tuvo que trabajar con la mano herida. Muchos volvieron a Hungría ante las condiciones brutales de trabajo. Pero este sistema, no solo no desapareció, sino que se ha extendido como un cáncer en toda la industria cárnica alemana.
A pesar de que en un primer momento, cuando se amplió la UE a los países de Centro y Este de Europa, el gobierno alemán de Schröder, limitó la entrada de ciudadanos de estos países, los representantes de la industria cárnica consiguieron encontrar sus métodos para evitar las trabas legales y llevar a Alemania a ciudadanos de Europa del Este, que trabajaban sin sueldo mínimo y en condiciones lamentables.
En apenas un par de años, los trabajadores alemanes fueron despedidos de las empresas y fueron sustituidos por trabajadores polacos, rumanos y húngaros. No eran contratados por la fábrica directamente, sino de manera indirecta, a través de una empresa mediadora, y eran acuerdos por realización de una obra concreta (vamos, que solo en el caso de realizarse el trabajo reciben el sueldo). Esto está bastante extendido en Alemania, pero en la industria cárnica funciona de manera ilegal, según Matthias Brümmer, del sindicato NGG. Ilegal, porque según las leyes no pueden sustituir a trabajadores alemanes. Este tipo de acuerdos, extendido en la industria cárnica alemana, no está vinculado a ningún sueldo mínimo o a acuerdos colectivos. Los carniceros extranjeros no pueden usar los espacios de los empleados, ni pueden organizarse para defender sus intereses (ni por supuesto los puede defender el sindicato de la fábrica). Las empresas ni siquiera tienen que pagar las cargas sociales de sus trabajadores así contratados. La prensa alemana habla directamente de esclavitud moderna y los que han estudiado la cuestión afirman que no es una exageración.
La cosa empieza con un anuncio similar a este: "buscamos carniceros con práctica en deshuesados de jamones de cerdo para trabajo en el Norte de Alemania. Aseguramos alojamiento y viaje. No es necesario conocimiento de alemán". El anuncio es puesto por una empresa mediadora legalizada en el país en cuestión o en Alemania. Con ella firman los acuerdos (Werkvertrag) las empresas cárnicas. El acuerdo se fija para un trabajo concreto y determinado: por ejemplo el preparado de 10 mil cerdos. La empresa debe conseguir suficientes obreros para la industria. En el mejor de los casos la empresa alemana paga el sueldo habitual de 8,5-9 euros por hora, pero solo lo hace a través de la empresa. La empresa mediadora paga a los obreros lo que le parece, sobre todo porque los obreros contratados no saben qué paga la fábrica por ellos. Así es habitual que los obreros reciban 2,5-4 euros por hora, lo que no es bastante para vivir en Alemania, naturalmente. Mientras, el resto del dinero desaparece en los bolsillos de los parásitos.
La empresa mediadora anuncia que se asegura alojamiento para los trabajadores. Esto significa que se contrata algún lugar barato para los obreros. "Barato" significa en condiciones deplorables, por ejemplo una minúscula habitación donde duermen en cuatro camas ocho personas por turnos. Cada cama puede costarle a un obrero el abusivo precio de 200-300 euros. En realidad la calidad de los lugares es tan mala que la empresa mediadora apenas tiene que pagar algo, pero a cambio le descuenta cinco o seis veces más su valor al obrero.
Además, cuando los obreros llegan a Alemania, deben hacer frente a numerosos gastos inesperados: por ejemplo la ropa de trabajo (que hay que pagar de antemano), los cuchillos, el transporte a la fábrica, etc. Antes de ponerse a trabajar, los obreros ya le deben a la empresa mediadora unos 250-300 euros.
Naturalmente el transporte también lo realiza la empresa mediadora, que consigue así quedarse con más dinero todavía. Al final de mes, los obreros reciben sus sueldos adelgazados por todo este tipo de cosas, y míseros ya de por sí (para lo que es Alemania), pero es que además se les descuenta entre 50-150 euros por todo tipo de excusas. Algunas empresas mediadoras incluso se quedan con las ayudas sociales que puedan recibir algunos obreros. Por ejemplo, todas las familias con niños reciben 184 euros por niño, independientemente de que el niño esté en Alemania o en otro lugar. Como el obrero no suele estar enterado de las condiciones laborales alemanas, las empresas se quedan con este dinero (en el artículo no se explica cómo pueden hacerlo).
Puede parecer que esto es culpa solo de las empresas mediadoras. Pero no es así. Las propias empresas cárnicas favorecen este sistema porque sacan un gran beneficio, ya que no pagan horas extras, ni vacaciones a sus obreros, además de no tener que enfrentarse a problemas sindicales, por ejemplo.
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(resumen de un artículo de Márta Orosz para la revista HGV)
Enlace: HVG
Me imagino que a muchos este artículo tampoco les sonará a nuevo, yo mismo he trabajado en España en empresas que realizan este mismo tipo de prácticas. Pero en cualquier caso me parece necesario que se hable de estas cosas. Más que nada porque no es algo excepcional, sino totalmente intrínseco al capitalismo. Es que el capitalismo es eso: un robo a mano armada.
Me interesaría poder ir a Europa, y mas precisamente a la región Oriental y por eso quería averiguar acerca de diversas cuestiones de los países de esa región. Por eso paso en mi Alquiler Departamentos Buenos Aires averiguando informacion sobre los lugares a los que ir
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